Imagínate la siguiente situación:
“Son las tres de la mañana, sales de la discoteca y decides volver andando con un amigo a casa, que está a solo diez minutos. A los doscientos metros, tres chicos se dirigen con paso decidido hacia vosotros. Alcanzas a oír a uno que dice “son ellos” y sin más dilación, el que ha hablado le da un puñetazo a tu acompañante. No te da tiempo a reaccionar cuando los nudillos del otro ya están en tu ojo.”
¿Pero qué está pasando? En el artículo veremos qué ocurre concretamente en el cuerpo de alguien que está siendo atacado, mientras se debate entre “luchar o huir”.
He aquí las reacciones más típicas ante un ataque;
Reacciones físicas
- En una situación como la anterior lo normal es que te aumente la frecuencia cardíaca y la tensión arterial, respires más rápido, aumentes la fuerza y la velocidad y además consigas cierta inmunidad frente al dolor. Sin embargo, en un breve periodo de tiempo perderás destreza y la fuerza te disminuirá.
Reacciones psicológicas:
- Taquipsiquia: la velocidad mental ante el paso del tiempo se ralentiza. Tu cerebro va a toda máquina y asimila la información muy rápido por lo que las cosas parecen moverse a cámara lenta. Puede ocurrir justamente al revés, que todo a tu alrededor te parezca que va demasiado rápido.
- Visión y audición de túnel: el cerebro se centra en la amenaza excluyendo todo lo demás porque la visión periférica disminuye y además solo escuchas parte de los ruidos. Si bien es una ventaja para enfocarte en quien te intimida, puedes perder de vista al resto de asaltantes, o no escuchar a alguien que quiera ayudarte.
- Confusión: la memoria se altera, puedes recordar pequeños detalles de la pelea pero ser incapaz de describir a tu asaltante.
Estas reacciones forman parte de nuestro instinto de supervivencia y no
podemos pretender eliminarlas. Sin embargo, sí que podemos entrenarnos
en defensa personal para reducirlas al mínimo posible. En los talleres y clases, los practicantes se habitúan al estrés físico y
psicológico de un altercado violento al resolverlo y salir lo mejor posible, incluso aprovecharse de estos hábitos como herramientas de respuesta.
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